martes, 7 de diciembre de 2010

Cuando la música no es suficiente…





















Por Manuel García

Cuando la música a hecho su trabajo y satisface a la audiencia a llegado el momento de ofrecer un cabaret de variedades y esto lo entendió muy bien el grupo Pneumus. Una banda tapatía que con el tiempo nos han mostrado que existen nuevas alternativas, mientras la mayoría de las bandas ya habían desgastado sus guitarras eléctricas, los Pneumus sacaron su tololoche, acordeón, banjo y otros instrumentos que sirven para realizar un muy buen spaghetti musical: jazz, blues hasta ritmos más tropicales hacen mover al más torpe.
Pero Pneumus no sólo es músicos, son artistas completos, desde el momento en que llegan al lugar de la presentación, vestidos al estilo de los años 20’s y con una caracterización casi chaplinesca, interactúan con los ahí presentes sin hablar, pero ¿Cuál es la razón por la cual estos artistas no hablan? La respuesta es simple: cine mudo.
Pneumus además de una buena música nos ofrece proyecciones visuales las cuales se encargan de ambientar con su música, algunas imágenes del viejo oeste, las profundidades del mar -que nos recuerdan a la película Metropolis-, donde los mismos integrantes se encargan de los efectos de sonido que la película demande, desde un tren, hasta sonido de caballos hechos con simples objetos que uno puede hallar en su casa o en la calle.
Este año Pneumus colaboró en la musicalización de un cortometraje aportando así su experiencia en el séptimo arte. Aun así a esta banda no la podemos encontrar en lugares tan accesibles y sencillos como en el café André Breton o en el Teulloc, lo que refleja que es una banda humilde y cercana a su público. No les sorprenda si un día de estos los ven tocando y actuando por la calle, porque cualquier lugar y evento es una buena oportunidad para demostrar la creatividad y el talento de estos jóvenes ilustres del ahora folklor tapatío.

“Camino al ocaso"

















Por : Karla Cisneros

“El centro de la ciudad es el espacio de la ancianidad; en nuestra sociedad, el viejo, en lugar de ser el portador de los consejos y de la sabiduría, es el marginado que no se engrana en la máquina de producir que es la ciudad en la Sociedad del Capital” (Leal Maldonado, cita en: Reyes, 1988, p. 124).


Las miradas de aquellos que han vivido, se pierden en la infinidad de las calles, se esfuman entre el sonido de un claxon y el tumulto de gente, la vida ha pasado veloz delante de sus ojos que contemplan el mundo que pareciera tan lejano y extraño.

Son ellos los ancianos, los viejos, los adultos mayores quienes en su camino al ocaso de la vida, viven en un mundo lleno de recuerdos, de sueños antiguos, más sin embargo su punto de encuentro con el mundo joven y activo es el dinero.

El recurso económico los obliga a caminar lejos de casa, vendiendo fuera de alguna iglesia o en algún parque comida, se les puede observar trabajar silenciosos por las calles, por los tianguis llenos de alborotos, a esos seres que tienen el rostro lleno de surcos en los cuales su vida se ve reflejada, sus años perdidos, sus miedos y enfermedades, sus rostros hablan y gritan su historia.

Pareciera que sus ojos hablan, que sus manos ven, la experiencia en el mundo lo ha vuelto expertos en la vida, pero ahí acompañados solo de ella la soledad no se puede aprender de ellos. Los jóvenes pasan como rayos delante de ellos sin siquiera mirarlos, sin preguntarse cómo es que esas personas llegaron allí.

Por qué hay tantos ancianos indigentes por las calles, por qué son ellos los que trabajan para comer, por qué vender fuera de casa, por qué aguantar los rayos del sol en su envejecido rostro, donde están las instituciones que velan por sus derechos, donde están sus familias, es una gran incógnita, sin respuesta.

Mientras no se resuelva la pregunta ¿Por qué? Seguirán ahí en las calles vendiendo esperanzas, sembrando una ilusión. No debería ser así, ellos deberían vivir en tranquilidad y quietud, las familias deberían serlo.

La indiferencia es el virus que ataca a la juventud impidiéndole, valorar, cuidar y proteger a sus sabios, en esta sociedad contemporánea donde nada importa más que el tiempo y el capital, toda esta situación ha ayudado a que la solidaridad sea una cualidad cuasi extinta entre humanos.

Así se vive la vejez en las calles de la ciudad con alegría y desazón, con abandono y compañía, con esperanza y fervor. Ya que “La juventud es la única enfermedad que se cura con el tiempo”.

El obturador está puesto en Temaca








Por Alonso Garibay

10 de noviembre del 2010.

A dos horas de haber comenzado a iluminar el alba los arcos de Guadalajara, empezaban a calentarse los cuerpos y por consecuente , las cuerdas vocales de unos inconformes, molestos, enÈrgicos y cuasi organizados reclamantes que arribaban a dicha zona para apoderarse de dos de las arterias m·s grandes de nuestra urbe.

Las razones, diversas. La agrupación , estimada entre los quinientos y mil manifestantes según diversos medios, denotaba indignación por varios motivos; el principal, el cese de la construcción de la presa “El Zapotillo”, la cual inundar· tres poblados del municipio de Cañadas de Obregón: Temacapulín, Acasico y Palmarejo.

Adheridos al colectivo se visibilizaban habitantes de Tenacatita, quiénes exigían les devolvieran sus tierras. Aunado al convoy humano, estudiantes de la Universidad de Guadalajara (preparatoria 7), ITESO, El Barzón Popular, danzantes, integrantes de organizaciones no gubernamentales como Ciudad Para Todos y GDL en Bici y cientos más de empatizantes con el sol a cuestas, comenzaban a enfilarse de cara a la minerva para darle una vuelta olímpica y tomar Av. Hidalgo en dirección al palacio municipal en busca del asqueado gobernador de Jalisco: en voz de algunos presentes, “Etílio” González Márquez.

“Jaliscienses al grito de guerra”. Pancartas creativas, denunciantes, algunas otras sólo ilustraban el benemérito léxico de las generaciones presentes. Los coros, algunos melodiosos y otros aguardentosos, enunciaban cánticos en protesta, repudio y creativa comicidad.

“Temaca vive, la lucha sigue”

“Rios para la vida, no para la muerte”

Los pronunciamientos anteriores nos regalaron una óptica general de la principal motivación y/o las personas quiÈnes conformaban dicha peregrinación hacia el centro de Guadalajara; más no, quizás, las verdaderas intenciones o factores reales que propiciaron que se sumaran otros entes que también conformaban aquel semi-organizado cardumen humano.

Pudiésemos hablar desde unos estudiantes de preparatoria que conocían parcialmente los hechos en Temacapulín o quizás “asistieron por que su maestra los invitó”, los cuales añadieron más creatividad y ludicidad que propuesta en sus mensajes escritos y orales. A su vez, un barzón con porras, coros y sentimientos añejos, en los que no se mencionó ni una sola vez la palabra “río o Temaca” en cambio, sólo se exhalaban frases como “el pueblo unido jamás será vencido” y “Sr. Calderón por qué no usó condón, Sra. Hinojosa por qué parió esa cosa”, entre otras… frases más retadoras que demandantes, en contraste al lineamiento de la temática de ese día.

Los testigos. Transeúntes, personas que esperaban el par vial o algún transporte que debía caminar sobre la vÌa capturada, mostraban inconformidad ante estos actos, pronunciando algún tipo de breviario soez y/o poseyendo diversificados rictus. Hasta llegar a los conductores, quienes reflejaban intolerancia y apatía a las demandas de los también habitantes del estado jalisciense, aquellos que sugerían que se fueran al Distrito Federal a manifestarse “con todo y sus madres”.

La pretensión de este trabajo, radica únicamente en darle imagen a las diversas voces, matices, edades, diferencias geográficas de los asistentes. Desde el grito desesperado de la senectud defendiendo su hogar, costumbre y patrimonio ancestral, hasta el alarido en gestaciÛn, silencioso, de los infantes que presenciaban, caminaban y demostraban, junto a sus generaciones antecesoras la demanda de respeto a la individualidad colectiva de todos, la que ha sido agredida por la mala política, los intereses de unos cuantos y la indiferencia de los restantes…

GRAFITI: EL ARTE SIN H



















Por: Patricia Ruvalcaba

El agita su mano con fuerza, ésta sostiene una lata que emite un tic tac cada vez que se mueve, como si el sacudir el bote de aluminio produjera en la persona un mayor flujo de ideas al ejercer este movimiento.
Según la Real Academia Española, el grafiti proviene de la palabra grafito que significa letrero o dibujo de estética peculiar realizado con aerosoles sobre una pared u otra superficie resistente.

Sin embargo el significado va más allá de una definición, concepto o símbolo, el grafiti es un estilo de vida, una manera de ver el mundo y plasmarlo por medio de colores que explotan de una lata de aerosol.
El pasado domingo 19, en el Parque Revolución, alrededor de 40 artistas urbanos, llegaron a las 8:00 de la mañana con bocetos listos y creatividad desbordante para ser plasmada en lienzos blancos.
“Lo más difícil es comenzar”, dijo Manuel de 16 años, “ya encaminado el dibujo, se da solo”.
“Hoy si me siento libre de rayar, sin miedo a que me digan que soy un vago”, dijo al comienzo del evento Martin de 20 años.
El día comienza y aquellas líneas escuetas y sin forma empiezan a cobrar sentido, los muchachos se ayudan entre ellos, comentan sus diseños, recomiendan colores y detalles para mejorarlos, todos forman parte de este movimiento y admiran la capacidad del otro para crear.

“En eventos así la gente nos admira y nos ve trabajar y una vez que entienden lo que hacemos deja de llamarnos vagos o delincuentes”, dijo Pablo, “pero en los días normales, sólo nos juzgan y no se toman el tiempo para entender los grafitis”.
A pesar de tanta polémica acerca del grafiti, si es arte o no arte, depende de cada individuo y con qué objetivo haya estampado una pared tratando de dejar un mensaje.
No se trata de satanizar a estos artistas urbanos, simplemente de no juzgarlos y que ellos también se den a la tarea de respetar los espacios públicos que se otorgan para pintar y expresarse.
“Siempre sacan lo malo de nosotros los grafitis sin significado, las tonterías de símbolos que ni se entienden”, comentó Martin,” y eso afecta a los que sí pintamos de verdad un concepto y no ‘letras’ que sólo entiende algunos”.
Finalmente las canicas dentro de los botes de aluminio dejan de sonar y el espray ya agotó sus últimas gotas de color, los trazos de los murales se detallan con una precisión matemática y algunos como Fernando se decepcionan porque en una pequeña distracción su mural fue saboteado por la competencia.

Las caras tristes o felices que se observan tras terminan los dibujos, algunas de estas caras que quieren regresar el tiempo atrás para tener el lienzo en blanco y otras llenas de satisfacción por haber logrado una imagen tal como la veían en su cabeza. Sentimientos distintos y rostros tostados por el intenso sol que protagonizó la tarde donde más de 40 chavos salieron para dar a conocer sus habilidades como pintores, artistas, creativos urbanos o grafiteros, al público que paseaba por el lugar.
Más fotos en:
http://www.facebook.com/home.php?#!/album.php?aid=309207&id=637647393

La agonía de la artesanía tonalteca:






Por Antonio Arriaga. Fotoperiodismo.

Así habló el artífice Manuel Bastos:

“Trabajar la artesanía no es lo mismo que antes; las ideas, el desarrollo en el patrimonio de los individuos que nos dedicamos a esto, definitivamente ha cambiado mucho; sin embargo, algunos nos mantenemos acá porque es importante”
Tonalá, la cuna alfarera, es el mote que identificó al poblado de la Zona Metropolitana de Guadalajara… aun sigue vigente, pero puede que con el paso del tiempo, el apodo no perdure.

“Muchos de los nuevos artesanos o jóvenes artesanos, prefieren dedicarse a otra cosa, y es que esto ya no es negocio, a veces hay que irse al norte, otros se quedan en la presidencia o el ayuntamiento, hacen algo distinto, pero es debido a eso más que a otra cosa, porque sí saben fabricar las piezas, a lo mejor a la gente ya no le importa tanto esto de las artesanías”, dice el artista.

Algunas técnicas como la del Barro de Petatillo, una de las más complicadas y antiguas, que tienen sus reminiscencias con los Tastoanes por los albores de 1824, pierde fuerza entre los artesanos aun latentes en el pueblo de Tonalá, pues los procesos de elaboración son complejos y no aseguran todas las piezas de cerámica al 100% en el último paso de la fabricación.

La técnica tiene como base el barro de tres colores: blanco, negro y rojo, mezclado con agua y arena; una vez formada la pieza, se deshidrata en el horno y se lija para darle un fondo de pintura, se decora utilizando flores o animales sobre una base de lineas entrecruzadas que forman una trama en forma de petate o petatillo. Posteriormente se aplica una capa de esmalte y se introduce por segunda vez en el horno, después de este punto la pieza pasa a estar finalizada.

Bastos comenta que los artesanos ya no siguen este proceso, y por practicidad, elaboran artículos, más escuetos y comerciales:

“Muchos ya sólo hacen cosas simples: Pintan floreros, dibujan dos o tres muñequitos y listo, se van a venderlos a la gente, pero ese no es el origen de la artesanía tonalteca, y hasta muebles encuentras por ahí, no está mal que lo hagan, porque también son parte de las artesanías, pero no se puede olvidar uno del origen que tenemos”

Otro aspecto muy importante en la caída del mercado artesanal en Tonalá, es la importación de productos chinos al país, pues su costo es muy bajo, comparado con la mano de obra tonalteca, de este modo se le orilla al artesano a ser mucho más simplista para poder competir con el producto importado.

“Definitivamente, uno tiene que abaratar costos, el barro, la leña, la pintura; todo tiene un tiempo, y la producción por consecuencia es de pocas piezas, mientras que las artesanías chinas llegan en mayores cantidades, eso nos afecta bastante, porque si la gente ya no viene acá a comprar artesanías, cuando si lo hace, compra cosas no hechas aquí”, dice bastos.

Sin embargo, Manuel Bastos, quien también es el encargado de la promoción y dirección de artesanos en Tonalá, tiene la esperanza de que las cosas vuelvan a retomarse como algunos años atrás.

“Lo que es un hecho es que Tonalá no se va a acabar nunca, siempre va a haber artesanía aquí, que pueda estar a la venta; esto es un hecho, lo que debemos hacer, es unirnos todos los artesanos y trabajar en conjunto, para que todos los afectados, que son torneros, escultores, sopladores de vidrio, y dibujantes, entre los tantos que hay acá, sigan con la tradición, que esto no se pierda por factores económicos”, sentenció.

Parece que si en la población tapatía aminora sus gustos por la artesanía tonalteca, muchos trabajadores claudicarán a su profesión, actividad que es un reflejo del origen de la historia mexicana y jalisciense, que se afronta a la extinción de manera directa.